jueves, 2 de marzo de 2017

La Cuaresma y los signos externos que nos ayudan a preparar la Pascua.

La Iglesia, que es una madre que se preocupa por enseñar y educar a sus hijos, nos ayuda mediante signos internos y externos, a interiorizar y vivir en plenitud los tiempos litúrgicos. La Cuaresma está llena de estos signos que nos ayudan a poder preparar nuestro corazón para celebrar la fiesta de las fiestas, la Pascua.

Podríamos decir que los tres pilares de la Cuaresma, ayuno, oración y limosna; forman parte de esos signos internos de los que hablábamos, pues nos ayudan a vivir la cuaresma, nos preparan para la pascua y se viven de forma íntima. Estos signos, extraídos del evangelio de San Mateo[1] son básicos para vivir una buena Cuaresma y preparar una buena Pascua, sin ellos es casi imposible entender la cuarentena que precede a la resurrección de Cristo. Pero, ¿Qué otros signos nos ayudan a preparar y dar más solemnidad a la noche Santa?

Los signos externos, aunque puedan perecer tonterías, son una manera de representar que estamos viviendo un momento especial dentro del año litúrgico.


La Cuaresma comienza con uno de los signos más representativos de la tradición católica, la imposición de la ceniza, este rito que da comienzo al tiempo cuaresmal es una señal de penitencia que aparece reiteradas veces en el antiguo testamento y que nos recuerda que el tiempo que comienza es un momento propicio para la conversión.
Judit 4,11 Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos ante el Señor

El miércoles de ceniza también es el primer día en que el sacerdote viste la casulla morada, el color morado nos indica que estamos en un tiempo de preparación, pues esperamos un acontecimiento importante, en este caso la Pascua. El sacerdote viste la casulla morada en toda la cuaresma a excepción del domingo laetare, este domingo se sitúa en medio del tiempo cuaresmal y el sacerdote viste la casulla rosa, con ella se quiere representar que el tiempo de la penitencia se va acabando porque está próxima la Pascua.

Es significativo también, el hecho de que durante la cuaresma se suprima el cantico del Gloria y del Aleluya en la liturgia. Ya que ambos son expresión de la alegría por la Resurrección y, por tanto, se reservan para la Noche Pascual. En otra entrada hablaremos de los cantos para el tiempo de Cuaresma y cómo se pueden modificar los que contienen la palaba “aleluya” para poder ser cantados en este tiempo.

Al mismo tiempo que se suprime el Gloria y el Aleluya, por la sobriedad propia de las celebraciones cuaresmales es conveniente no acompañar los cantos con palmas ni finalizar la eucaristía con la danza alrededor del altar, ya que, como acontece con lo anteriormente explicado, las palmas y la danza son manifestaciones de júbilo que se reservan para la Pascua. 

Otro aspecto a resaltar es el hecho de la ausencia de flores en las celebraciones como indica la Instrucción General del Misal Romano:

305. Obsérvese moderación en el ornato del altar.
Durante el tiempo de Adviento el altar puede adornarse con flores, con tal moderación, que convenga a la índole de este tiempo, pero sin que se anticipe a la alegría plena del Nacimiento del Señor. Durante el tiempo de Cuaresma se prohíbe adornar el altar con flores. Se exceptúan, sin embargo, el Domingo Laetare (IV de Cuaresma), las solemnidades y las fiestas.






[1] Mt 6, 1-6.16-18

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