La
Iglesia, que es una madre que se preocupa por enseñar y educar a sus hijos, nos
ayuda mediante signos internos y
externos, a interiorizar y vivir en plenitud los tiempos litúrgicos. La Cuaresma
está llena de estos signos que nos ayudan a poder preparar nuestro corazón para
celebrar la fiesta de las fiestas, la Pascua.
Podríamos
decir que los tres pilares de la Cuaresma, ayuno,
oración y limosna; forman parte de esos signos internos de los que
hablábamos, pues nos ayudan a vivir la cuaresma, nos preparan para la pascua y
se viven de forma íntima. Estos signos, extraídos del evangelio de San Mateo[1]
son básicos para vivir una buena Cuaresma y preparar una buena Pascua, sin ellos
es casi imposible entender la cuarentena que precede a la resurrección de
Cristo. Pero, ¿Qué otros signos nos ayudan a preparar y dar más solemnidad a la
noche Santa?
Los
signos externos, aunque puedan perecer tonterías, son una manera de representar
que estamos viviendo un momento especial dentro del año litúrgico.
La
Cuaresma comienza con uno de los signos más representativos de la tradición
católica, la imposición de la ceniza,
este rito que da comienzo al tiempo cuaresmal es una señal de penitencia que
aparece reiteradas veces en el antiguo testamento y que nos recuerda que el
tiempo que comienza es un momento propicio para la conversión.
Judit 4,11
Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se
postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las
manos ante el Señor
El
miércoles de ceniza también es el
primer día en que el sacerdote viste la casulla morada,
el color morado nos
indica que estamos en un tiempo de preparación, pues esperamos un
acontecimiento importante, en este caso la Pascua. El sacerdote viste la casulla
morada en toda la cuaresma a excepción del domingo laetare, este domingo se
sitúa en medio del tiempo cuaresmal y el sacerdote viste la casulla rosa,
con ella se quiere representar que el tiempo de la penitencia se va acabando
porque está próxima la Pascua.
Es
significativo también, el hecho de que durante la cuaresma se suprima el cantico del Gloria y del Aleluya
en la liturgia. Ya que ambos son expresión de la alegría por la Resurrección y,
por tanto, se reservan para la Noche Pascual. En otra entrada hablaremos de los
cantos para el tiempo de Cuaresma y cómo se pueden modificar los que contienen
la palaba “aleluya” para poder ser cantados en este tiempo.
Al
mismo tiempo que se suprime el Gloria y el Aleluya, por la sobriedad propia de las celebraciones cuaresmales es conveniente no acompañar
los cantos con palmas ni finalizar la eucaristía con la danza alrededor del altar, ya que, como acontece con lo anteriormente explicado, las palmas y la danza son manifestaciones de júbilo que se reservan para la Pascua.
Otro
aspecto a resaltar es el hecho de la ausencia
de flores en las celebraciones como indica la Instrucción General del Misal
Romano:
305.
Obsérvese moderación en el ornato del altar.
Durante
el tiempo de Adviento el altar puede adornarse con flores, con tal moderación,
que convenga a la índole de este tiempo, pero sin que se anticipe a la alegría
plena del Nacimiento del Señor. Durante el tiempo de Cuaresma se prohíbe
adornar el altar con flores. Se exceptúan, sin embargo, el Domingo Laetare (IV
de Cuaresma), las solemnidades y las fiestas.
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